jueves, 6 de febrero de 2014

Vuelva usted mañana, marca España

www.reduce.es
Hay una cosa que siempre me ha agobiado mucho: un trámite administrativo. Recuerdo que cuando estaba en el instituto formalizar la matrícula cada año era para mí una especie de odisea. Fotografías tamaño carnet (dos para el centro y el resto a repartir entre familia y amigos), fotocopias del DNI, del Libro de Familia y rellenar los impresos seleccionado las asignaturas optativas con lo que ello suponía... En fin, un trámite que para mí siempre era un problema... Se ve que era lo más complicado a lo que me enfrentaba por aquella época... benditos años...

Luego vino la universidad... que eso si eran ya palabras mayores. Una mañana, mi amiga Mª Ángeles y yo nos plantamos en Sevilla para entregar papeles, fuimos al rectorado, rellenamos un par de cosas y listo, de vuelta al pueblo, en autobús, como no.

Parecía todo muy fácil hasta que llegaron las modernidades para facilitarnos la vida: la automatrícula. No he conocido nunca una herramienta que fallara más que este sistema que nos tocó estrenar cuando ya llevábamos un par de años cogiéndole el gustillo a eso de hacer cola en secretaria cada mes de septiembre para entregar la matrícula del curso en mano. Mi amiga Inés y yo pasamos bastante tiempo en las salas de informática de la facultad (porque no teníamos internet en casa) para intentar completar el formulario antes de que apareciera el mensaje de "la sesión ha caducado"...

Con el tiempo la automatrícula fue mejorando (como todo en esta vida, la experiencia es un grado) y ya no costaba tanto trabajo completar el sistema. Sin embargo, parece que hay cosas que no cambian. Esta semana he vuelto a pisar, de nuevo, el registro de una administración pública para (adivínenlo) entregar un papel. La cosa es que ya acabas tan acostumbrado a estar continuamente entregando documentos por doquier que ni te paras a pensar en la utilidad que puedan tener.

Me pedían un certificado de empadronamiento... Algo que desde mi más sincero desconocimiento creo que podrían averiguar simplemente mirando mi DNI o transfiriendo datos de una administración a otra, además de ser un dato sin relevancia para el trámite que solicitaba pero claro, algo hay que pedir... Te da como más notoriedad eso de solicitar papeles a mansalva, aunque después no lleguen a ningún lado.

La burocracia realmente puede conmigo. Y los bancos también. Será que como soy de letras, veo un número y me asusto (y no lo entiendo, también), pero no estaría de más dar algún que otro cursillo a los empleados de las entidades bancarias, uno en el que aprendieran algo de amabilidad y cortesía.

Y es que resulta que cada vez que voy me ponen algún impedimento para hacer el trámite que solicito, del tipo "esto se puede hacer en el cajero", "no estamos autorizado" o "esta operación cuesta dinero". No entiendo, de verdad, para qué están entonces ellos allí, si todo me lo puede hacer una máquina... aunque eso sí, la máquina es educada y no te falta el respeto...